
Diógenes Céspedes
La sangre ajena: Un libro de revelación vanguardista
Por Héctor Amarante
La sangre ajena, libro de cuentos de Diógenes Céspedes, constituye una muestra excepcional del valor de la tradición en el quehacer literario de un escritor con extraordinaria conciencia del valor de las vanguardias, pero también constituye un ejemplo para la historia de la literatura dominicana.
Se trata de relatos centrados en la historia nacional en los que cabe ver las causas profundas de la violencia experimentada en devenir del desarrollo social en la vida dominicana, desde la etapa del caudillismo y La República, hasta la hegemonía de la democracia.
El autor traza un eje –la realización de una producción cinematográfica- sobre el que sostiene una narrativa orientada en diferentes bandas de contextos narrativos, con lo que el lector, de entrada a los primeros cuentos del libro y conociendo la orientación vanguardista que caracteriza al autor, tiene que discernir si el relato anda por los linderos de la tradición y la linealidad, o bien, anda por los de la ruptura con la misma. Utilizando recursos de la sabiduría popular en materia de magia y ensalmos, recurriendo a la ocurrencia de un narrador omnisciente, los cuentos titulados La Guerrillera, Epalya y Cuentos con dos hechos, reelaboran una poética del narrar que el autor mantiene a todo lo largo de la obra: la de la tiranía de los hechos violentos; la pura sangre ajena vertida en discurrir de toda la historia del pueblo dominicano, pero a la vez la de casi todos los pueblos de Latinoamérica.
En el cuento No. 3 aparece un elemento novedoso en el proceso narrativo: un pareo narrativo para contar una historia que viene de dos historia (Sobre el personaje Bolito y sobre el personaje Saúl) desde el sueño y la realidad: una historia entra por el sueño que va al oído y el ojo derecho, y la otra va al oído y el ojo izquierdo.
“La noche de su muerte fue el mismo día, hora y año, aunque cada uno vivía en pueblo diferente y a distancia considerable…ambos me pidieron que intercediera en su favor, que bien me había pagado por el ensalmo, pero nunca supieron que yo no tenía arma para ensalmar el alma”.
Tratándose de tres cuentos los antes citados como apertura del libro, la historia se tranza entre acontecimientos del Cibao, la capital y Azua de Compostela, aquella en la que vivió Hernán Cortes al fundarla, en la que Hostos funda escuelas, en la que residió Emilio Prud’homme, y en la que Saúl se casa en medio de la violencia de aquellos tiempos en que la jicotea pasaba de manos en manos cada noventa días. “Desde el 44, usted sabe, la jicotera pasa de mano en mano cada tres meses. Es dichoso el que dura un año. Así es, mi amiga, ya los tiempos de los diez o quince años sin que la torta se vire, no existen. El último en lograr esa hazaña fue el mañé y usted sabe en qué terminó todo aquello, que si le cuento no acabo.”
El hilo sustentador de la narrativa, mediante la clásica expresión: “Corten, corten”, o “Acción”, simula el contexto de una realidad contada dentro de los recursos del cine, del sueño, pero a la vez dentro de la esencia de la ficción, una ficción que en el cuento No 4, titulado “Una Víctima de la tiranía”, en la dedicatoria a Cuchi Elias, cinéfilo, se advierten los recursos del Séptimo Arte para narrar el hecho histórico de la muerte del tirano Trujillo, y, sobretodo la realidad de la noche en aquellos previos al accionar de las armas que acabaron con la vida del dictador, quien se dirigía al encuentro con una joven dama, la que se quedó esperándolo toda la inmensa noche de la historia. Entre Lilís, Mon Cáceres y Trujillo, la sangre ajena salpica la narrativa de estos cuentos.
El cuento titulado “En el planeta Legom”, el No. 5, la sangre ajena se recicla en medio de un grupo de soldados premunidos de la más alta tecnología, a puro estilo de CF, para hacer una guerra en tiempo de paz, mientras el hombrecito del visor, el que grita “Acción” sonríe con los malabares y los recursos científicos de los soldados. El cuento es una crítica demoledora contra las guerras de conquistas, un elemento utilizado por el autor de este libro para referirse a los últimos estropicios propiciados por un estado imperial para robarse las riquezas de otro país, o mejor, cuando esta no sea la intención del texto en su significación remite a la violencia colectiva en el planeta tierra. Quiza por eso el cuento se inicia con estas expresiones: “ En el punto más espeso de la selva ubicada entre las montañas más espesas del planeta, en plena noche oscura, aparecen en escena los soldados del futuro, ataviados con el uniforme de faena y los instrumentos de guerra más refinados y mortíferos conocidos hasta hoy”.
El cuento que da título al libro de Diógenes Cúspedes, La sangre ajena, el No. 6, es un texto catalogado como aquella categoría que hicieron algunos críticos literarios de una novela como la titulada La Vorágine, de José Eustasio Ribera, texto de la tierra, regionalista. Es este cuento un poco más cuento que los demás del libro que caen dentro de la categoría de relatos. El texto La Sangre Ajena, remite al curso histórico de los gavilleros del Este de la República Dominiana en los días y años de la Intervención norteamericana de 1916. Es cuento de caña y terratenientes, de alcoholes, remingtons y fantasmas. Es de un realismo crudo, directo, con la salmuera del lenguaje de la zona y los nombres folklóricos, de esos que se fueron quedando en el olvido ante los avances del progreso y la civilización entremezclados con la transcurturización, cuando entonces Juan pasa a ser John. El central tendría la culpa, diría el hombrecito del visor, manejando las cámaras y otros recursos del celuloide, eje central en el que se sostiene la narrativa de este libro, queriendo ser, a veces, una novela que se ha fragmentado en cuentos.
En “El testamento de Penson”, cuento No. 7, circula la historia, pero en la ocasión se trata de esa individual, de la que se nutre la general. Es un texto sobre la labor del intelectual, sobre la labor de investigador, que siendo Diógenes Céspedes las dos cosas a la vez, recurre a la tradición de cosas añejas para hacer un discurso narrativo sobre actos mundanos de parte de personajes investidos de los sacro. La sodomía al interior de las paredes sagradas parece ser el tema de este cuento. Los referentes son dos reconocidos escritores dominicanos de fines del siglo XIX y principios del XX: César Nicolás Penson y José Gabriel García, costumbrista uno e historiador el otro. El conflicto al que se refiere este cuento no deja de tener ciertos efluvios de los famosos cuentos que se contaban los amigos que se fueron a los exteriores a contarse cada uno diez cuentos en ese texto famoso que es El Decamerón. Entre lo grave y la risa sólo hay un paso, o bien, una mano de pintura.
El banquete del cuento titulado El banquete, el No. 8, es una crítica mordaz, tragicómica, del sistema, del poder, del empresariado privado, utilizando recursos como las artes, para mantener la corruptela, el contrabando, del cual se hace cómplice el mismo estado, cuando se somete a las veleidades de comerciantes quienes saben como manejar a Su Excelencia. También es una crítica a la prensa chicha, light. Los recursos de los cuentos anteriores se confirman en función del hombrecito del visor, de las expresiones clásicas del accionar de las cámaras o de su receso.
Hasta esta frontera el libro de Diógenes Céspedes se sustenta de un fuerte arraigo de la tradición del cuento y el relato en el país, esto en cuanto a que el escritor es un reconocido promotor de las vanguardias europeas en cuanto a la escritura de textos literarios que vayan más allá del tema, de la historia, de los personajes, y donde el lenguaje figure como parte del entramado de fondo y forma, introductor de las corrientes linguísticas al influjo de sus profesores y maestros de la estructura profunda del lenguaje; hasta esta parte del libro, todo parece como si fuera el escritor un tradicionalista, un lector ocupado, un escritor crispado por la hartanza de la tradición, cuando en el fondo no ha sido así para el lector avisado, pues Diógenes Céspedes, narrador, poeta y crítico literario por excelencia, ha introducido en estos relatos y cuentos recursos y argumentos que no son sino una suerte de precursoriedad para abordar la verdadera meta de este libro: el contextualismo del movimiento Contextualismo, fundado por el poeta Cayo Claudio Espinal.
A partir del texto No. 8 viene un entramado de textos utilizando los recursos teóricos y la puesta en escena de los elementos del movimiento Contextualismo, es decir, los textos con los que sigue el libro La Sangre Ajena, en la formal, en lo sustancial de las estructura profunda del contenido, se evidencia una literatura de vanguardia, de ruptura con la tradición, y aunque se utilizan los elementos de la realidad, de la historia, a veces con los nombres de los personajes que la han encarnado, hay un predominio de lo contextual, de la gravedad de la risa, de la mezcla de géneros y de otros constituyentes de la literatura contextual del Contextualismo, movimiento al cual el mismo Diógenes se ha referido en una serie de textos críticos enfocados en los libros de los contextualistas dominicanos que forman parte del movimiento.
Al entrar el texto en esta etapa de vanguardismo, Diógenes Céspedes profundiza en el aspecto de la historia, pero lo hace en relación al proceso histórico nacional dominicano de antes de la Independencia Efímera, específicamente de entre 1809 y 1831, recurriendo a contextualizar episodios de la historia dominicana con elementos propios de la historia de Venezuela. El eje central sobre el cual se sustenta la narrativa de La Sangre ajena sigue en el mismo estilo, con el ingrediente de que el autor introduce la escena de la negra Constancia del Fresno, personaje central del texto titulado “La comspiración de los extranjeros”. Diógenes introduce textos y contextos documentales precursores de la independencia de Venezuela, a la vez que declaraciones de personajes históricos, los que matiza con una estilística digna de su sapiencia de escritor e intelectual dedicado al estudio del lenguaje. Con un pulso preciso, el autor ejercita un estilo descriptivo, narrativo, que busca mucho a parecerse al utilizado por el novelista cubano Alejo Carpentier en su novela El Siglo de las Luces.
En el siguiente texto, titulado “El sueño del matarife”, uno de los cuentos más singulares del libro, los recursos del Contextualismo como movimiento literario se ejercen con mucho más profundidad. Este cuento, redondo, pleno, digno del mejor estilo de novela negra, resulta al lector ejemplificador de la condición de cuentista de Diógenes Céspedes, pues es cuento completo en cuanto a los lineamientos del cuento, de acuerdo a los teóricos clásicos sobre el género, en especial, de Juan Bosch. Texto duro, trágico, sobrecogedor en su dimensión de reflejar el dolor, el sacrificio, el riesgo, y por qué no, la tragedia de la migración como fenómeno social. “El sueño del matarife” es fiel reflejo de una realidad señeramente dolorosa, paradógica, del drama del narcotráfico y de sus hazañas para mantenerse como drama humano en el contexto de una ciudad como Nueva York.
El texto siguiente en el libro, titulado “Fratricidio”, la historia se remonta, en un salto, a los tiempos de la violencia en la universidad del Estado, y a la violencia en las calles de Nueva York, en un interín remontado a la década de los 80's, con un doble contexto espacial, Nueva York y la ciudad de San Francisco de Macorís, identificada en el cuento solo como SF, ciudad en donde es tradición que el negocio de las drogas viene de lejos y con fuerte arraigo dentro de una juventud que viajó a la urbe de los rascacielos y volvióa su lugar de origen, para establecer negocios, urbanizaciones y muladares del sexo y la música, así como empresas ferreteras. El cuento, en este caso, es redondo, completo, como el anterior, es decir, con inicio, medio y final, sin dejar de señalar que el texto anterior, “El Matarife” es empalmado con “Fratricidio”. El relato de Diógenes en este cuento es también de una realidad dura, demasiado sangrienta como para contextualizarse con toda la sangre ajena. En ambos cuentos, el autor recrea, contextualizandola, la historia contemporánea domininicana, en la que la violencia tiñe la sangre ajena.
El texto final, titulado “El equívoco”, dedicado a Cayo Claudio Espinal, dedicatoria en la que se encierra un metamensaje en función del halo vanguardista de este libro, constitruye otro relato-cuento con proyecciones contextualistas, con fragmentos de textos en idioma francés, y adonde traslucen los mismos recursos utilizados en todos los textos con el elemento del cinema. “El equívoco”, es un relato emparentado con el tema de la emigración, pero en el cual Diógenes Céspedes no deja de entrever su inclinación por una verdadera nueva literatura. “La sangre ajena”, como libro, revela en Diógenes Céspedes a un autor tan completo como siempre lo ha sido en el género de la crítica literaria.
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