Carta al Director de Inmigracion de Republica Dominicana

Sr Director General de Inmigracion




Distinguido Director



Soy un ciudadano de San Fco. De Macoris, residente en el sector habitacional Los Rieles, quien tiene el honor de dirigirse a su digna autoridad para exponerle lo siguiente:

Primero, creo que la Republica Dominicana no merece la irrupción desproporcionada de inmigrantes indocumentados e ilegales de nacionalidad haitiana, ni de ninguna otra nación, al extremo cuantitativo como se ven los haitianos en calles, campos, plazas y centros comerciales, etc, demostrando una falta de autoridad en la materia, a la vez un casi menosprecio de los valores patrios que tienen que ver con la soberanía nacional. Es desmesurada la irrupción en R Dominicana de ciudadanos ilegales e indocumentados de la hermana republica de Haiti, los que al parecer entran al país con la permisividad de las autoridades que supuestamente estarían para defender esa institucionalidad del Estado libre e independiente.

En este sector de la ciudad, la presencia de ciudadanos haitianos de todas las edades, de todos los generos, constituye sencillamente un motivo de alarma, al poderse comprobar que no tienen esos ciudadanos objetivos algunos que no sean los de pulular a ver que le depara el medio o la realidad a la que han arribado.

En un ambiente de esa naturaleza, uno tiene que preguntarse si nosotros los dominicanos reunimos las condiciones y la logística para recibir tan desproporcionada llegada de extranjeros sin ningún control, muchos de los cuales llegan, según los comentarios que hacen los recién llegados, con la complicidad de militares y oficiales del ejercito nacional, lo que constituye una traición a la patria que se supone deben defender. Comentarios y rumores se oyen de que esos militares en la frontera venden la soberanía por unos cuando miserables pesos. Con ese proceder, el que conocen los traficantes de extranjeros de Haiti, los nacionales de la patria de Petion y de Pierrot, se burlan de los dominicanos cuando algunos de estos hacen alusión de esta presencia ante algún haitiano.

Segundo, esta ciudad, sus barrios, sus campos, están llenos de haitianos, y solo haitianos, porque si es cierto que podría verse algún que otro ciudadano de otra nación, son tan profusos los rostros de los ciudadanos de la patria de Dessalines, que no permiten notar que no sean ellos los que por doquier andan desperdigados, caminando para arriba y para abajo.

En los centros comerciales, y en los parques, pueden apreciarse a niños imberbes, mujeres embarazadas, muchachos de todas las edades, saturando plazas, aceras, en actitud de pedigueños, y de lazarillos, lo que en realidad no deja de constituir un riesgo para su salud ya que no tienen habitat apropiados ni para dormir, ni para comer, ni para hacer sus necesidades fisiológicas, de igual modo constituye un riesgo para la salud de los nacionales dominicanos, quienes hasta hace poco se sentían libre de cólera, de malaria, de parasitosis, de dengue, de pian, etc.

Tercero, muchos ciudadanos que pretendemos vivir informados de los aconteceres nacionales, al ver que usted llego a la dirección general de inmigración, tanto por su honestidad y su capacidad de trabajo, y por tener la membresía del digno partido político al que usted pertenece, sentimos un minimo alivio de esperanza.

Tras varios meses, hemos sucumbido a la realidad de que usted, o no recibe el apoyo oficial que merece, o no ha dejado de sufrir la enorme influencia y poder de los que negocian con el trafico de haitianos, de inmisericordes empresarios de la construcción y de la industria agrícola, quienes al parecer doblan cualquier poder que quiera poner costo a este flagelo nacional que constituye la haitianizacion de la Republica Dominicana, hoy invasores sin armas, al menos que no sean la de su hambre, sus miserias, que vienen a sumarse a las de algunos dominicanos.



Tercero: esta nación, este Estado, este pueblo, tiene un origen histórico lleno de dignidad, de heroísmo, de sangre derramada por los patriotas del periodo de la Independencia y mucho mas del periodo de la Restauracion. Esos héroes, en sus centenarias tumbas, deben estar llorando lagrimas con el color del forro de las urnas, al ver que la nación que tuvo por destino ser libre e independiente de toda potencia extranjeras, y de todo yugo, hoy ve en peligro su soberanía, su dignidad, su idiosincrasia, y todo, en función, de unos comerciantes que para nada les importa la patria.

Es cierto que el progreso, la civilización, se obtienen como fruto del trabajo del pueblo, de la libre empresa, pero no menos cierto que todo eso debe tener un limite, un minimo control, cuando la dignidad patria esta en peligro.

Es bueno vender a otros los productos nacionales, pero de ahí a permitir que el país se llene de haitianos ilegales, con la complicidad de autoridades de diversa índole, hay una distancia muy grande. Pero también, si se fuera a perder el territorio, si nos fueran a unir a otra nación, si se fuera a vender el territorio de Duarte, de Juana Saltitopa, de Luperon, de Sanchez, de Salcedo, y de Imbert, los padres fundadores de la nación, entonces mejor seria que nos quedemos en la miseria mas abyecta como nación, que miserable nacion con dignidad seria, hasta de ese modo tendriamos una nación mas rica pero libre de una intercomunidad racial inadmisible.

Esta ciudad de San Fco. De Macoris, nunca en su historia, había estado tan perpleja como en esta hora, ante la invasión de ciudadanos de Haiti, que si es verdad que muchos llevan a cabo algunas tareas de trabajo en áreas rurales y en la industrias de la construcción, otros muchos, en un noventa por ciento, vagan como sombies a ver que aparece para la sobrevivencia. Lamentable, triste realidad. No obstante, también es una realidad, que la Republica Dominicana no reúne la logística estructural, social, industrial, para recepcionar a cientos de miles de estos ciudadanos que no aportan nada, a no ser posibilidades de enfermedades, de vagancia. El tipo de inmigración que producen los haitianos en R D no puede ser comparado con el que pueden recibir naciones con amplios recursos territoriales, con escasa población, como Venezuela, Colombia, en un caso, y en otro, como Estados Unidos, que si tiene mucho de índice poblacional, a la vez tiene mucho territorio.



Cuarto, que hacer. Yo creo que el Ministerio de Estado de las Fuerzas Armadas debiera estar toda, con todo su personal, ubicada en la frontera, que hacen tanto guardias sentados en las fortalezas?, o es que se debe esperar que esta situación llegue a extremos que se salgan de control y sea el pueblo el que, desesperado, tome las acciones por sus propias manos. Señor Director, que hacer?. Tal vez pueda ser posible aplicar el nuevo reglamento sobre inmigración, el que acaba de firmarse? PERO APLICARLO DE VERDAD, NO DE PANTOMIMA NI BLANDENGUERIAS.

Con mucha estima y consideración, queda de usted



Hector Amarante

Cedula No.

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