domingo, 18 de mayo de 2008

Ritos. Una novela con sentido poético

RITOS: UNA NOVELA CON SENTIDO POETICO
Por María del C. Prosdocimi

A medida que penetramos en las páginas de Ritos, novela de Héctor Amarante, que recibiera el premio Nacional el año pasado, la trama va tensándose y entretejiéndose con un sentido poético marcado por las repeticiones claves.En Ritos se cuenta una historia y tal vez ése sea el rito mayor, el contar y leer en un circuito que nos envuelve y adquiere majestuosidad en la reiteración, en ciertos pasos que crean la convención, personajes que a su vez crean una realidad o la aluden con su sola mención:
“¿Y la voz? ¿Cuando su voz empezó a oirse? Su condicionada, su silenciada voz. ¿Qué decía? La había oído. ¿En qué lugar? ¿A qué hora? La que dijo: Ritos. Y se oyeron pronunciar nombres: Vallejo. Silveria. Minerva. Alejo. Corona. Asela. Tirso. Y se dejaron oir nombres de cosas y frases: ritos. Sartir. Silveria al verse sola. El sol oval cava el valle. La Lechuza. Asela va loca. Lleva ojeras. Ríe. Ríe. Se cae. Ve a Alejo”
Quizás en este párrafo se encuentra ya el germen de toda la novela o de buena parte de ella, pues varios personajes, aparte de su segmento lineal en la acción, introducen otras historias u otros símbolos.Una pareja en un salón: Minerva y Tirso Javier después de años de ausencia; sufriendo bajo el peso de la gran herida, lleno de lejanía y silencio; como llegado de la isla de Circe. No en vano se nos da el nombre de una de las hechiceras de la Odisea. En la obra clásica Odiseo tarda años en su retorno a Itaca, era junto a sus aventuras . Este subplano mítico es muy importante para captar las transcripciones de algunos pasajes de la Telenovela o aventuras de Telémaco que alternan con la historia de la novela además de ofrecer una casi visión particular formarán símbolos, la causa de estos ritos que se multiplican y apuntan a nuestra realidad dominicana y a la carrera por el poder.Un héroe en busca del padre; un hijo como el de Siklveria y el cabo o el cura, engendro o causa de locura que desembocan en drama; u hijo de quien se duda la identidad del padre, un padre que puedeser un cabo o con el tiempo, un dictador.El pasaje de la Odesea que se rememora es la escena de Calipso, otras de las grandes hechiceras y la historia de las aventuras del héroe. En base a estos dos puntos: Minerva-Tirso; Telémaco-Calipso, el novelista poeta inicia la narración: “Seamos para contar. Que se cuente”
Y no es ésta la única vez que empleará los textos sagrados, los que mezcla con el verdadero asunto de la narración: los muertos, las crónicas rojas, la de un espejo múltiple o caja china, el nacimiento e historia del poder general.Amarante no descuida su labor, la cincela meticulosamente, eligiendo cada palabra y esta selectividad en los elementos y su insistencia, es lo que recubre la novela de un halo lírico, en la voz que se convierte en la voz de la novela, rumor, claves, signos ritos, paso que crea el silencio después de la triple muerte, antiepílogo de intensa poesía, comienzo de un nuevo final.El capítulo 2 abre pues el relato en sí y nos da los nombres del doctor Vasora, Silveria Guzmán, la vieja Asela, Alejo; otra referencia a Telémaco que habla de una cabeza cortada. Al tratar el tema del poder unido a la tortura y la muerte, la historia dibuja la figura del presidente, cuyo nombre no se indica pero pesa en todo el relato; si se señala el bicornio, las elecciones, inauguraciones, hasta con la transcripción de pasajes periodísticos, la IDSS, y en especial la muerte de las tres hermanas Mirabal con su nombre deimitado, verdadero climax y leit motiv sobre el que se vuelve, canto elevado, narración que lleva al símbolo.La ubicación de la época se efectúa a trav´´s de la fecha que se inscribe la violación de Silveria: julio de 1919; la primera ocupación militar norteamericana, la muerte de las Mirabal comparada con la de los indígenas, la muerte del autor de “Over”, la de Francisco Requena en Nueva York 30-10-52; la del “vasco escritor”; otra lista: Ramón Natera, Pancho Solano, Patia, Vicentico, Baúl y Solito; menciones de grupos como La Isla, la revolución, la Casa de Caoba, El Castillo, el año de 1931 en el que el general “echo y acabó con los hombres serios, los guerrilleros”, el ciclón de San Zenón, y el 16 de agosto, cuando toma posesión el nuevo gobierno.El núcleo narrativo en sí es simple: encarcelamiento de Alejo por conspirar, encuentro en Nagua con Asela que es como una madre para él y con el guardián . Alejo va hacia el Este, y se reúne con Asela y su hija Silveria, quien logró la libertad de la madre al entregarse al Cabo. Esta entrega se ofrece un varias versiones: violación, entrega al Teniente, matrimonio, hijo de Silveria atribuido al cura del pueblo ya que el Cabo Corona no es fértil. Locura de Asela y muerte del doctor Vasora a manos de Silveria. Asi como se nos ofrecen varias versiones de la relación entre Silveria y el Cabo, varían los cargos de éste: General Corona, Teniente, éste ha ganado las elecciones al Cabo Corona, 92; “Dígame General, ¿es Ud el Cabo Corona? 76-78, Cabo, ¿es usted el General?, que tiene tantos hijos. Lo importante en el caso del cabo es sus carácter, su ductibilidad para plegarse al crimen y sus obsesiones pararticulares. El cabo es el personaje clave en esta historia de un poder omnímodo sustentado por la muerte y la violación de los derechos humanos, por eso el triple crimen de las Mirabal es un rito reiterado; muerte anónimas, miedo y el silencio que crean la muerte interior de Tirso, muerte de un pueblo dennunciada por la voz que cuenta la historia, la novela. Amarante conduce la trama en sus mínimos detalles, desde escenas como los premios y la medida de los sexos al homnbre que lee y persigue el anuncio de su propia muerte; encadea a veces los capítulos por medio de una palabra; indica llaves, conjuga tercera persona y discursos directos, propone un primer final en que el narrador va cambiando hasta ser la conciencia del que mata u ordena las muerters para contrarrestar este cierre con Antiepílogo lírico, fragmentos de prosa y nuevo inicio, lastres muertes, la cíclica, la posibilidad del retorno, del surgimiento de un hijo de este pueblo que llegue a dominar el poder.El otro plano a comentar más a fondo es la estructura de la novela en la que el autor acude a la cita directa no sólo de la Odisea y la Biblia, sino la indirecta en forma de homenaje y participación de Donoso, Vallejo, Borges y dominicanos como Pedfro Mir, y Lis Alfredo Torres.La novela de Amarante nacida con madurez y poesía, señala un verdadero item en nuestras letras.
Nota: Articulo publicado en el diario El Caribe, de Santo Domingo, R. D. en fecha 19 de diciembre de 1981

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